sábado, 31 de agosto de 2013

Tipos de suelos

Los suelos se pueden diferenciar en función de sus características generales, las cuales establecen las propiedades de identificación basadas en distintos aspectos.

Observemos el esquema.


La textura está dispuesta por el tamaño de las partículas, lo cual afecta directamente a la productividad del suelo. Los tamaños pequeños permiten una mejor absorción de agua y retención de minerales. En algunos casos, una sobre retención de agua puede interferir en la aireación de los suelos. Los diferentes tipos de suelo
que pueden formarse están determinados por la relación entre el contenido de las distintas partículas.
La estructura de los suelos se atribuye al tamaño, la forma y la distribución de las partículas. La cantidad de estas y su distribución establecen la porosidad de los suelos, lo que también influye en la retención de agua. Suelos gruesos y desagregados filtran el agua y los minerales al subsuelo.
El color de los suelos es un indicativo de su fertilidad. Los suelos amarillentos presentan poco drenaje y no son fértiles; en cambio, los suelos oscuros contienen gran cantidad de humus y materia
orgánica, característica muy valiosa, ya que proveen de nutrientes a las plantas.
La composición química de los suelos es muy variada y podemos
encontrar un sinnúmero de compuestos como silicatos, óxidos,
feldespatos y minerales, entre estos el fósforo, nitrógeno, azufre,
potasio, etcétera.
 CLASIFICACIÓN DEL SUELO

El suelo se clasificar según su textura: fina o gruesa, y por su estructura: floculada, agregada o dispersa, lo que define su porosidad que permite una mayor o menor circulación del agua, y por lo tanto la existencia de especies vegetales que necesitan concentraciones más o menos elevadas de agua o de gases.

El suelo también se puede clasificar por sus características químicas, por su poder de absorción de coloides y por su grado de acidez (pH), que permite la existencia de una vegetación más o menos necesitada de ciertos compuestos.

Los suelos no evolucionados son suelos brutos, muy próximos a la roca madre y apenas tienen aporte de materia orgánica. Son resultado de fenómenos erosivos o de la acumulación reciente de aportes aluviales. De este tipo son los suelos polares y los desiertos, tanto de roca como de arena, así como las playas.



Los suelos poco evolucionados dependen en gran medida de la naturaleza de la roca madre. Existen tres tipos básicos: ránker, rendzina y los suelos de estepa. Los suelos ránker son más o menos ácidos, como los suelos de tundra y los alpinos. Los suelos rendzina se forman sobre una roca madre carbonatada, como la caliza, suelen ser fruto de la erosión y son suelos básicos. Los suelos de estepa se desarrollan en climas continentales y mediterráneo subárido. El aporte de materia orgánica es muy alto. Según sea la aridez del clima pueden ser desde castaños hasta rojos.



En los suelos evolucionados encontramos todo tipo de humus, y cierta independencia de la roca madre. Hay una gran variedad y entre ellos se incluyen los suelos de bosques templados, los de regiones con gran abundancia de precipitaciones, los de climas templados y el suelo rojo mediterráneo. En general, si el clima es propicio y el lugar accesible, la mayoría de estos suelos están hoy ocupados por explotaciones agrícolas.





Actividad
Observa las diversas coloraciones que tienen estos suelos.




TAREA EN CASA


OBSERVAR EL VÍDEO Y RECONOCER  LAS UTILIDADES DEL SUELO 
Y EXPLICARLO EN CLASES



MAS INFORMACIÓN


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